Para irme acostumbrando a volver a un espacio vaciado de todos mis ex-compañeros salvo a Natalia la Regulator, me dedico a Fonear desde el jardín. Aquí se ven flores en vez de barbudos vestidos de negro bajo la insignia FONopáticos y se oyen pájaros en lugar de risas foneras. Aquí hay WiFi, pero no se comparte aún. Hasta que no salga la Fonera ni el Liberator, mis padres prefieren esperar a hacer la inversión de $5. Es que mi madre no aguanta la lentitud de bajarse archivos. Pero bajarme la comida al jardín sí que es rápido y se almuerza sin cajas.