No sé que hacer con Natalia Verbeke. Siempre me pasa lo mismo. Me enamoro de alguna actriz pero por las razones que sean, nunca acaba de cuajar la cosa. Me explico . . .
Hace justo 6 seis años, yo estaba cenando en mi piso de Washington, DC con Manolo. Fue un momento cuando yo realmente creía que Penelope Cruz y yo íbamos a formar una pareja feliz. Se lo dije a Manolo, pero él me conoce muy bien y no le gustó nada la idea. Me miró a los ojos y me dijo “Eric, creo que no es tu tipo de mujer. No es para ti, no te va a caer bien.” Yo ya imaginaba que no me iba a gustar su entorno, sus amigos, etc. Pero confío mucho en la bondad de la gente y pensaba que si yo le diera una oportunidad a Penelope, podría sacar todo lo bueno que tenía dentro y que sí seríamos una pareja con complicidad, cariño, y mucha compenetración. Pero la vida da muchas vueltas y justo yo crucé el charco para España cuando ella lo cruzaba para EEUU. Ya no es para mi, lo sé, pero veo que le gustan los americanos y sé que yo le hubiera podido ayudar mucho en su llegada a un país nuevo.
Después, hace un par de años, vi la película Lucía y el Sexo. No me gustó nada la película. Me pareció estúpida con un argumento débil e intelectualmente infantíl. Tampoco me interesaba mucho Paz Vega (prefiero mil veces a mi Laurita), pero sí pensé que quería conocer a la actriz secundaria, Elena Anaya, y salir con ella. Curiosamente, un día en el gimnasio, miro hacia arriba y ¿quién estaba en la colchoneta a mi lado? Pues, sí, Elena Anaya. Sin embargo, la encontré muy fría. Es guapa y parece buena gente, pero me dio toda la sensación de no ser compatible conmigo. Y honestamente, ahora mismo en mi vida, no estoy para perderme el tiempo. Prefiero la amistad que una relación fracasada. Así, le dejé a Elena vivir su vida y yo a seguir con la mía.
Entonces llegué a la conclusión que era mejor para mi salir con chicas normales que no tenían el estrés de la fama, y todo lo que conlleva. Además yo no quería la obligación de salir todas las noches a aquellas fiestas superficiales, dando la mano, y poniendo siempre buena cara. Ya lo pensé bastante con Halle Berry, pero sabía que no iba a funcionar lo nuestro. Primero, yo no estoy dispuesto a mudarme a Los Angeles. No es mi estilo de vida. Y quizás lo más importante es que Halle se acaba de divorciar de un hombre llamado Eric. Sería demasiado raro para ella dejarlo con un Eric para salir con otro (¿qué dirian en la prensa?). Así justo cuando decidí salir con mujeres normales, me fijé en una chica en el gym que ya veía de vez en cuando por mi barrio. Alguna vez me sonreía y yo hacía el duro. Era quizá un pelín delgada y pálida para mi gusto pero parecía tímida y buena persona. Cuando se lo dijé a un amigo, me comentó que era Pilar López de Ayala — por lo visto una actriz importante en el cine español actual. Alquilé una película suya y no me gustó nada. Como diría Laura, “maleta”.
En fin, volviendo al tema en cuestión: Natalia Verbeke. Hace un año y pico, fuimos Laura y yo a una fiesta de nuestro amigo David, un representante de actores españoles. A sus fiestas siempre acude toda la gente “famosa” de España. El problema es que nunca sé quienes son los famosos ya que no soy de aquí. Pues, en esta fiesta me dijo Laura que una chica a mi lado era Natalia Verbeke. Yo no tenía ni idea quien era. Sí me sonaba el nombre, pero no entendía porque una mujer con una deficiencia de altura que casi la dejaba totalmente irrelevante y con ningún atributo que llamaba a la atención podría ser premiada con la fama. Así no le di ninguna oportunidad de conocerme.
Pero el otro día vi “El otro lado de la cama” y anoche vi “Días de fútbol”. Después de ver las dos, tuve la misma reacción. ¿Quién es esa chica tan mona? Voy a salir con ella. En las dos ocasiones he hecho una busqueda en Internet y he encontrado que la actriz era nada menos que Natalia Verbeke. ¡Increible! Ahora no sé qué hacer. Ya sé que el amor no conoce la altura, pero los hijos sí lo conocerán. ¿Qué hago? ¿Sigo cometiendo los mismos errores? No hay que ser tan cuadrado y superficial siempre. A veces hay que darle una oportunidad a la gente. Te pueden sorprender.
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